martes, 6 de septiembre de 2011

Quien quiera venir conmigo





Y me preguntas, si quiero ir contigo, y la verdad, Jesús, ¡qué lío me hago!, porque no sé si eso implica dejar todo lo que tengo, si implica volver del revés mi vida, si lo que tengo que hacer es irme al tercer mundo, si eso tiene que ver con meterse cura o religiosa, si… Y entonces me entra miedo, y el pánico me impide verte como compañero de camino en la vida de aquí y de  ahora: mis estudios, mi grupo, mi trabajo, mi voluntariado, mi familia, mis dieciocho, veinte o 30 años.

Y me preguntas si quiero ir contigo y extrañado me digo, ¿quién? ¿yo? ¿ahora? y miro alrededor, pensando que eso no es para mí, que no es el momento, que más tarde me lo plantearé. Y repaso la lista de metas que quiero alcanzar (echarme novio o novia, acabar la carrera, tener un trabajo, viajar un poquito, independizarme…) y entre ellas no estás, y ¡cómo me gustaría pensar que te olvidaste!, ¡que no sigues ahí, esperándome!

Y me preguntas si quiero ir contigo y enseguida te vuelvo la pelota: ¿Y Tú, qué me das a cambio? Y me siento mal al hacerte esta pregunta, pero me da miedo la entrega sin recompensa, el riesgo sin seguro, el trabajo sin salario, la soledad sin encuentro, el seguirte sin mirar atrás… y es que creo que es mucho lo que tengo, lo que valgo, lo que dejo, lo que expongo, como para jugárselo todo a una carta… y oigo tus palabras: "recibirás el ciento por uno" y cierro los ojos y guardo silencio…

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