viernes, 23 de septiembre de 2011

Nunca el hombre es más hombre que cuando de calla, experimenta y juzga.

“El amor es mas grande, que esa ráfaga de palabras. No se discute. Para que desee servir a una verdad imperiosa, aunque, tal vez, inexpresable aun”.

Con el paso de los años, me he dado cuenta que no siempre somos capaces de ubicar lo que somos y lo que nos va formando como hombres y mujeres plenas. La persona a pesar de su edad cronológica sufre algunos estancamientos en diferentes etapas de su desarrollo, dando como resultado, la existencia de niños adultos, personas confundidas ante la vida, jóvenes con poca claridad sobre sus limitaciones al escoger una profesión... etc. ¿Qué esta pasando? ¿O que ha pasado? ¿Ha pasado simplemente o yo he contribuido – aunque inconscientemente- a la construcción de esa realidad?

Vivir es despertarse del sueño. En un intento por evadir la realidad que nos acompaña, generalmente por difícil y dolorosa, esa realidad que nos ha tocado; nos un paraíso precioso, un mundo que solo cabe o existe en nuestra mente.
Vivir es ser conciente de esa realidad asumirla con responsabilidad y valentía, es sentirse hombre o mujer responsable de su propio destino y de lo que se es.

Nos pasa a veces que nos acobarda el hecho de emprender una empresa, aunque esta sea para nuestro propio bien. Se interpreta esa cobardía como un presentimiento y nos desentendemos de aquello por temor al fracaso.
Es prudente ser vencedor, pero para ello hay que luchar, la victoria es el resultado de una lucha no de un sueño.
No se puede andar por la vida, abatizado, por la angustia ante el mundo, construyendo entre nosotros y el universo un desierto de indiferencia.
La vida del espíritu es intermitente, solo la vida de la inteligencia es permanente. Es común aquel refrán: “Nadie es perfecto”. Somos una construcción que requiere de tiempo, silencio y distancia para descubrir el conjunto.

En la confusión de los problemas planteados en el desmoronamiento, nosotros también somos divididos en pedazos. Y lo pedazos no conmueven.

Un día, me despierto en la mañana y descubro el sin sentido de esta vida de imágenes, sueños o fantasías. Y aunque no he hecho nada por mejorar esa situación, por vivir de forma real lo mas cómodo que encuentro es echarle la culpa a los demás y entonces: “Todos son unos imbesiles, desgraciados, mal nacidos que no me comprenden, el mundo esta equivocado y yo tengo la razón”. Esas son nuestras miserias y limitaciones, nos cuesta tanto reconocer cuando el error es nuestro.

La angustia es producida por la perdida de una identidad verdadera. Si espero un mensaje del que depende mi felicidad o mi desesperación, es como si me arrojaran a la nada y he dejado de ser.
Mientras la incertidumbre me mantenga en suspenso, mis sentimientos y mis actitudes no son más que un disfraz provisorio.
Si nos damos cuenta de esto, si nos quitamos el disfraz, el porvenir ya no  nos atormentara más como si fuera una aparición extraña. En adelante mis acciones, una tras otra lo componen. Soy el que controla el compás para mantenerlo firme. Son preocupaciones inmediatas y sanas.
De este modo cada minuto me alienta con su contenido, es decir que estoy involucrado en la creación de ese porvenir. El tiempo me moldea poco a poco.
El control es fundamental, es mi vida la que esta en juego, y he de ser fiel a ella aunque a veces no la entienda; como el gerente que no comprende nada de las consignas que le ha dictado un jefe ausente. Y que sin embargo, sigue siendo fiel. Lo importante es dirigirse al objetivo, que no se muestra en el momento. Este objetivo no es para la inteligencia sino para el espíritu. Ser tentado es estar tentado cuando el espíritu duerme y ceder a las razones de la inteligencia. Los intelectuales desmontan el rostro para explicarlo por pedazos, pero ya no ven la sonrisa.
Conocer no es desmontar, ni explicar. Es acceder a la visión. Pero para ver es conveniente participar primero en un duro aprendizaje...
Tal vez entonces contemplare, lo que no tiene nombre. Habré marchado como  un ciego a quien las palmas de sus manos han conducido al fuego. No sabría describirlo y sin embargo lo ha encontrado.
El hombre es siempre hombre. Somos hombres. Y en mi, nunca he encontrado mas que a mi mismo. El que muere, muere como fue. En la muerte de un vulgar minero hay un vulgar minero que muere. Ninguna circunstancia despierta en nosotros ningún sospechoso de quien no hubiéramos sospechado nada. Vivir es nacer lentamente. ¡Sería demasiado fácil adoptar almas ya hechas!
Somos siempre hombres y dueños de nuestra historia, pero si somos de los que regresan o no avanzan, jamás tendremos nada que contar. Es necesario vivir la aventura, caer, levantarse…y seguir caminado.
La aventura consiste en la riqueza de los lasos que establece, de los problemas que plantea, de las creaciones que provoca. Nuestro mundo esta compuesto de mecanismos que nos e ajustan unos a otros.
Los hombres, en su mayoría son honestos y concienzudos. Si inercia, casi siempre es un efecto y no una causa, de su ineficacia. La ineficacia pesa sobre todos como una fatalidad.

Vivimos en el vientre ciego de una administración. Una administración es una maquina. Cuanto mas perfeccionada, más elimina la arbitrariedad humana.
En una administración perfecta, en la que el hombre desempeña una función de engranaje, la pereza, la deshonestidad, la injusticia ya no tienen oportunidad de reinar.
No cabe duda de que hay hombres inertes, pero la inercia es una forma deslucida de la desesperación.
Claro que quisiera creer, quisiera luchar, quisiera vencer. Pero por mas que uno simule creer, luchar y vencer encerrándose en su mundo mágico, es muy difícil sacar de esto exaltación alguna.
Es difícil existir. El hombre no es más que un nudo de relaciones y sucede que mis lazos ya no valen gran cosa. He perdido la noción de extensión, soy ciego a la extensión. Pero tengo sed de ella. Y me parece tocar una medida común a todas las aspiraciones de todos lo hombres. Pero también comprendo que nada de lo que concierne al hombre se cuanta o se mide. La verdadera extensión no es para el ojo, no se concede más que al espíritu. Desde luego, cuando uno sale de viaje busca la extensión, pero esta no se encuentra, se funda. Nunca el hombre es más hombre que cuando se calla, experimenta y juzga. Sin embargo, se trata de todo un proceso; no se cambia de un golpe, todo un sistema de pensamiento.

Desde luego, una derrota es un espectáculo triste. Y la injusticia de la derrota es esa apariencia de culpables que le da a las victimas. El espíritu en nosotros ha dominado la inteligencia.
La vida siempre hace tambalear las formulas. La derrota puede revelarse como el único camino hacia la resurrección, a pesar de sus falsedades. Para crear un árbol se condena a una semilla a pudrirse. El primer acto de resistencia, si se produce demasiado tarde, siempre es perdedor. Pero es el despertar de la resistencia. Tal vez un árbol salga de él como una semilla.  Pero en la vida cotidiana somos ciegos ante la evidencia. La vida siempre desmiente los fantasmas que inventamos; haciéndonos descubrir que no valoramos aquello que nos importa tanto  y  entonces habitas en tu acto mismo. Tú eres tú. ¡Ya no te encuentras en otra parte! Tu sentido se revela con toda claridad. Es tu deber, es tu odio, es tu amor, es tu fidelidad…!estas viviendo ¡
No encuentras nada mas en ti, esto no es un deseo moralista, es una verdad usual, una verdad de todos los días, que una ilusión o fantasía oculta con una mascara impenetrable.
En adelante cada amenaza nos endurece, cada fracaso nos enseña algo que necesitábamos aprender. Vivo en la resurrección al salir del segundo que precede y comienzo a sentir un placer prodigiosamente inesperado, es como si mi vida me fuera dada a cada segundo.
Pero, ¿Qué soy si no participo? Para ser, necesito participar; de estar vinculado. De comulgar, de dar y recibir, de ser mas que yo mismo.

Una catedral es mucho más que una suma de piedras. Es geometría y arquitectura. No son las piedras las que la definen, ella es la que enriquece a las piedras con su propia significación. Así, hay en el hombre como en todo ser, algo que no lo explican los materiales que lo componen.
Hay que restaurar al hombre. El mayor éxito en la liberación del hombre consiste en, hacerlo reinar sobre si mismo. Soy más fuerte si me encuentro a mi mismo. Si nuestro humanismo restaura al hombre.

El escultor siente el peso de su obra: poco importa si ignora como la moldeara. De empujón en empujón, de error en error, de contradicción en contradicción, ira derecho a través del barro hacia su creación. Ni la inteligencia ni el juicio son creadores. Si el escultor no es más que ciencia e inteligencia, sus manos carecerán de talento.  

Comprendo el sentido de la humildad. Esta no es denigración de si mismo. Es el principio mismo de la acción. Si con intención de absolverme, justifico mis desgracias culpando a la fatalidad, me someto a la fatalidad. Si justifico culpando a la traición, me someto a la traición.
Pero si me responsabilizo de la falta, reivindico mi poder de hombre. Puedo actuar sobre aquello a lo que pertenezco. Así, pues, hay alguien en mí contra quien lucho para engrandecerme.





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