miércoles, 7 de septiembre de 2011

Poemas

ACUÉRDATE DE MÍ


Cuando vengan las sombras del olvido
a borrar de mi alma el sentimiento,
no dejes, por Dios, borrar el nido
donde siempre durmió mi pensamiento.

Si sabes que mi amor jamás olvida
que no puedo vivir lejos de ti
dime que en el sendero de la vida
alguna vez te acordarás de mí.

Cuando al pasar inclines la cabeza
y yo no pueda recoger tu llanto,
en esa soledad de la tristeza
te acordarás de aquel que te amó tanto.

No podrás olvidar que te he adorado
con ciego y delirante frenesí
y en las confusas sombras del pasado,
luz de mis ojos, te acordarás de mí.

El tiempo corre con denso vuelo
ya se va adelantando entre los dos
no me olvides jamás. ¡Dame un recuerdo!
y no me digas para siempre adiós.










CANCIÓN DEL AMOR PROHIBIDO



Sólo tú y yo sabemos lo que ignora la gente al cambiar un saludo ceremonioso y frío, porque nadie sospecha que es falso tu desvío, ni cuánto amor esconde mi gesto indiferente. Sólo tú y yo sabemos por qué mi boca miente, relatando la historia de un fugaz amorío; y tú apenas me escuchas y yo no te sonrío... Y aún nos arde en los labios algún beso reciente. Sólo tú y yo sabemos que existe una simiente germinando en la sombra de este surco vacío, porque su flor profunda no se ve, ni se siente. Y así dos orillas tu corazón y el mío, pues, aunque las separa la corriente de un río, por debajo del río se unen secretamente. José Ángel Buesa


POEMA DE LA DESPEDIDA


Te digo adiós, y acaso te quiero todavía.
Quizá no he de olvidarte, pero te digo adiós.
No sé si me quisiste... No sé si te quería...
O tal vez nos quisimos demasiado los dos.
Este cariño triste, y apasionado, y loco,
me lo sembré en el alma para quererte a ti.
No sé si te amé mucho... no sé si te amé poco;
pero sí sé que nunca volveré a amar así.
Me queda tu sonrisa dormida en mi recuerdo,
y el corazón me dice que no te olvidaré;
pero, al quedarme solo, sabiendo que te pierdo,
tal vez empiezo a amarte como jamás te amé.
Te digo adiós, y acaso, con esta despedida,
mi más hermoso sueño muere dentro de mí...
Pero te digo adiós, para toda la vida,
aunque toda la vida siga pensando en ti.



POEMA DEL AMOR IMPOSIBLE

Esta noche pasaste por mi camino
y me tembló en el alma no sé qué afán,
pero yo estoy consciente de mi destino
que es mirarte de lejos y nada más.

No, tú nunca dijiste que hay primavera
en las rosas ocultas de tu rosal.
Ni yo debo mirarte de otra manera
que mirarte de lejos y nada más.

Y así pasas a veces tranquila y bella,
así como esta noche te vi pasar.
Más yo debo mirarte como una estrella
que se mira de lejos y nada más.

Y así pasan las rosas de cada día,
dejando las raíces que no se van.
Y yo con mi secreta melancolía
de mirarte de lejos y nada más.

Y así seguirás siempre, siempre prohibida,
más allá de la muerte, si hay más allá.
Porque en esa vida, si hay otra vida,
te miraré de lejos y nada más...


SONETO

Te encontré en la mitad de mi caminocuando ya desmayaban mis pesquisas,cuando oficiaba en mis paganas misascon ablandadas hostias y agrio vino.¿Me aguardabas? No sé... Quizás el Destinoguió a ti mis pisadas indecisas,y abandonando mis Sacerdotisas,te consagré mi altar de peregrino.¿Quién eres? ¿Qué esperabas en mi senda?¿Por qué humear haces mi incensario de oroy cual dueña penetras en mi tienda?No sé... Te amo... Lo demás lo ignoroY, pues mi corazón te di en ofrenda,los ojos cierro y a tus plantas oro!



POEMA DE LOS BESOS

Y ante mi abrazo te sentí rendida...y ante tu sumisión, mis besos sabiospusieron a temblar entre tus labiosansias de amor y de placer y vida...Fue un instante no más, uno de esossiglos-instantes que el amor nos brinda, prometiéndole un lauro al que se rindaprimero en la batalla de los besos...Lo ves, mujer... No cabe en la materiala espiritualidad de lo insensible;todo es vencido ante el irresistibleempujón de la carne y su miseria....Y te sentí temblar como la frondaal soplo tibio de la brisa vaga,cuando en su trino el ruiseñor divagay peina el sol su cabellera blonda...Y te sentí temblar como la ondaque su quietud sobre la arena apaga,y como el ave que sin rumbo vagay un circulo invisible traza y ronda.Y te sentí languidecer al peso de mis labios, al peso de un gran besoque perfumó en tus labios a un suspiro,tal como languidece en la lagunaun cisne enamorado de la Luna,al no hallarla en el cielo de zafiro...Y te sentí latir, tal como lateal manotazo del ciclón la hoja,como en la espada late, humeante y roja,la sangre que bebiera en el combate;tal como el sauce que su frente abatecuando la nube en su aflicción lo moja,o como el oceáno que se enojay en el escollo solitario bate.Y te sentí vencida, con el lentoy anhelado y temido vencimientodel sol, cuando la Noche abre la puertadel negro templo de su Dios ignoto;y te sentí dormida, como un lotoen la serenidad de un agua muerta...Y te sentí anhelante y temblorosacual la irisada espuma de un torrente;como un lucero en la región silente,insinuando una seña misteriosa;cual la palma que agita, rumorosa,su abanico de jade, lentamente,como despunta en un jardín durmienteel milagro de gracia de una rosa;y cual la cierva cuando la acorralala jauría, cual ave moribundaque pliega triste su ya inútil ala,y adoré tu sensual melancolíallena de rendición meditabunda,¡y te sentí profundammente mía!...



CANCIÓN DE UN SUEÑO

Otra vez, esta noche, vi tu mano en la mía,
otra vez, esta noche, volví a soñar contigo,
yo, que no soy tu amante ni siquiera tu amigo,
sino un hombre que pasa bajo la luz del día.

Sin embargo, en la sombra donde el tiempo no existe,
se buscan nuestras almas, no sé por qué. Y despierto
vagamente inconforme de que no ha sido cierto,
triste de una tristeza que no llega a ser triste.

Algo ocurre en la noche, pero yo no lo digo:
ni a ti, que nada sabes, ni a ti te diré nada,
pero al mirar tus ojos sabré, por tu mirada,
si también, esta noche, tú has soñado conmigo.
José Ángel Buesa
AHORA QUE YA TE FUISTE TE DIRE QUE TE QUIERO
Ahora que ya te fuiste, te diré que te quiero.
Ahora que no me oyes, ya no debo callar.
Tú seguirás tu vida y olvidarás primero...
Y yo aquí, recordándote, a la orilla del mar.
Hay un amor tranquilo que dura hasta la muerte,
y un amor tempestuoso que no puede durar.
Acaso aquella noche no quise retenerte...
y ahora estoy recordándote a la orilla del mar.
Tú, que nunca supiste lo que yo te quería,
quizás entre otros brazos lograrás olvidar...
Tal vez mires a otro, igual que a mí aquel día...
Y yo aquí, recordándote, a la orilla del mar.
El rumor de mi sangre va cantando tu nombre,
y el viento de la noche lo repite al pasar.
Quizás en este instante tú besas a otro hombre...
Y yo aquí, recordándote, a la orilla del mar...
Y yo aquí, recordándote, a la orilla del mar...

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