jueves, 22 de septiembre de 2011

El conocimiento silencioso y la religión de hoy


El conocimiento y el sentir silencioso son la religión de hoy y es en este sentido que ha que repensar lo que hemos llamado o conocido como religión.

Las sociedades del pasado, sociedades estáticas que vivieron de producir lo mismo, necesitaron vivir con creencias, con referentes axiológicos y símbolos fijos y estables. Así, como necesidad social y cultural, produjeron una religión de creencias, al ser creencias fue también dual y en las concepciones teístas, esta dualidad se plasmo en seres humanos de una parte y dioses de otra.



El nuevo programa colectivo, los ejes y las estructuras a partir de las cuales sobrevivimos y creamos los procesos colectivos, son producto del conocimiento de un proceso de creación continua y libre. Es en base a el que se construye la nueva forma de vida, el nuevo proyecto humano.



Creencia desde el punto de vista el conocimiento silencioso, es todo conocer aceptado con nuestro entender interesado e impuesto a nuestro sentir por la voluntad, pero realmente no sentido, experienciado, verificado. Todo conocimiento y valor religioso determinado por este origen, serán creencias.

Cuando se utiliza como referencia a un ser concreto, objetivable y conocible como tal entonces Dios es una creencia. Y esto sucede así no como una perversión o error de la ilustración, sino como una necesidad social y cultural. Una religión no dualista, no teísta y profundamente laica, son la religión de hoy, y en orden a ella hay que repensar la religión que hemos heredado, esto es lo que hacemos cuando la presentamos cono conocimiento silencioso, esto es presentar el conocimiento y sentir silencioso, como una practica y una camino, como algo realmente a vivir y realizar, concientes de que en este caminar n hay ningún recurso mágico, sacramental o de otra índole que nos dispense de hacerlo y del el gran esfuerzo que demanda. Un camino voluntario, difícil y esforzado pero nunca impuesto. No demanda ni impone renuncia a nada, se acallan el conocimiento, el sentir y el actuar interesados para conoce, sentir y actuar desde mas allá del interés, con todo el ser.



Es en la religión de creencia amar, entregarse, actuar, demandan razones para hacerlo. Hay que tener razones y la voluntad tiene que dar la orden. Porque es un amar, una entregarse y una actuar interesados en una experiencia donde hay prioridades y jerarquías de intereses. En la religión del conocimiento, sentir y actuar silencioso, es un conocer, amar, sentir y actuar sin egocentración y sin interés.

Nada en ellos es mediación para alcanzar algo, todo es conocido sentido y amado desde el valor e interés absolutos que tienen. No hay dualidad, no hay sujeto carente qué desee y objeto deseado, solo plena realización.



En la nueva antropología no hay lugar para una actitud de aceptación, sumisión y obediencia. Esta no es actitud religiosa, es fruto de las creencias. En la religión no hay llamada ni repuestas, sino indagación, búsqueda y creación.



La cultura actual así como no es religiosa ni teísta , tampoco tiene en su estructura, porque no es parte de ella, la idea de salvación y de pecado, la religión como conocimiento silencioso tampoco, esta fueron categorías y experiencias propias de las religiones de creencias.

Hoy en nuestras sociedades de innovación y de cambio, la muerte es percibida como un mecanismo biológico que hay que aceptar como tal, surgido precisamente en función de la innovación y del cambio.



La muerte en la religión del conocimiento silencioso, es la convicción del puntote de partida, comprendida de verdad, profunda y realmente que no hay mas vida que la de aquí y la de ahora, surge el reto de vivirla en cada momento de la manera mas radical y profundamente posible y cuando se descubre que hay una dimensión desinteresada en nosotros y en todo surge la pasión total por alcanzarla.



Si la meta es conocer, sentir y vivir silencioso, el camino religioso es el que conduce a ese conocer, como de lo que se trata es de llegar a silenciar el interés y para ello la necesidad y esto no es fácil, requiere de un arduo aprendizaje y esfuerzo y de valor. Pero en última instancia es el silencio el que produce el silencio. Existen enseñanzas, indicaciones, métodos, pero  propiamente hablando no hay camino, cada quien tiene que crear el suyo.



Entre conocimiento y sentir se ha producido una ruptura insuperable. Este es uno de nuestros grandes problemas actuales: la disociación estructural entre conocer y sentir, la imposibilidad de construir con la ciencia y la tecnología la nueva forma de sentir y valorar lo que necesitamos. 



Si en nuestra cultura no hay lugar para una religión de creencias, tampoco lo hay para una teología para este tipo de religión. Si la única religión posible es la del camino interior, la del conocer y sentir silencioso, la única teología creíble es la teología elaborada en función de este conocer y de este sentir.



En este tiempo se ha producido una explosión de conocimiento, con la expansión y globalizaron consecuente de la realidad, que la teología hecha desde la iglesia como hasta ahora se ha entendido, por más ecuménica que quiera ser se aparece como sectaria. La teología a la altura de los tiempos tiene que hacerse desde la iglesia total y por lo tanto desde los diversos magisterios, de las distintas iglesias pues también ellos son testigos de la verdad cristiana y fuente de datos para la teología cristiana.



La teología cristiana aun haciéndose desde la iglesia, ni no quiere ser sectaria, tiene que abrirse, para inspirarse y nutrirse como teología, a las fuentes y los datos que suponen las demás religiones, sus revelaciones por decir así y sus magisterios. Así la teología cristiana y católica abiertas se encuentran hoy en la situación difícil, aun no resuelta de ser sectarias sin quererlo. Hecha desde la iglesia por lo tanto, desde un concepto de revelación y de dogma, esta se convierte de un modo u otro en filtro de la realidad y no logra tener la realidad directa y total por fuente. La teología aparece y se comporta sectariamente en relación con la realidad, no logra integrarla total y desinteresadamente. Aunque diga lo contrario, una teología así concebida tiene desde su actitud misma y desde su punto de partida un diferendo básico con la realidad.

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