Tus doctos tratados no son evidencia;
lo que yo deseo es Voz y Presencia.
Hace veinte siglos, ¿qué sé qué pasó?
Lo que pasa ahora quiero saber yo.
Para tus sermones no tengo paciencia:
solo me interesa Vida y Evidencia.
No digas que dicen..., dijeron..., dirán...;
muéstrame al que viene a partir el pan.
Yo soy el que soy, y Él es el que es:
todo lo demás no tiene interés.
Tú eras..., él era..., tú serás..., él fue...,
nosotros seríamos... ¿quién sabe?... ¡tal vez!
Tú hablas en pretérito pluscuamperfecto;
yo quiero el presente vivido y directo.
Me das argumentos del tiempo pasado:
todo eso es antiguo, viejo, y olvidado.
No quiero un bautismo de segunda mano:
quiero ser testigo, discípulo, hermano.
Grabaciones viejas no sirven de nada:
el programa en vivo es lo que me agrada.
No me hables de cosas que turban la mente:
¡quiero el Evangelio en tiempo presente!
No vengas con citas, habla sin demora
y dime tú mismo: ¡Jesús vive ahora!
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