jueves, 22 de septiembre de 2011

Pobreza en America latina.


El mundo de hoy vive una profunda y acelerada transformación socio-cultural. Esta transformación no opera uniformemente, sino que sus realizaciones y efectos han diferenciado países y regiones a través del planeta.

El hombre ha tomado clara conciencia de este desigual proceso de transformación de las bases económicas del mismo y quisiera orientarlo, como una búsqueda que satisfaga como finalidad de la organización las más fundamentales aspiraciones humanas: libertad, dignidad, posibilidad de realización personal para todos.

Sin embargo los países en vías de desarrollo cada vez comprenden con mayor claridad que su desarrollo no es sino el subproducto del desarrollo de otros países debido al tipo de relación que mantienen actualmente con ellos, es decir toman conciencia de su situación de dependencia ante otros pueblos. Y por lo tanto que su propio desarrollo no se hará sino luchando por romper la dominación que sobre ellos ejercen los países ricos.

La globalización pasa desde hace más de dos décadas por encima de America Latina, del mismo modo que pasa por encima del mundo entero: como un huracán. Las teorías económicas y sociales dominantes no analizan el proceso de globalización, sino que lo glorifican. El mercado total parece ser el fin de la historia y el conocimiento definitivo de lo que la humanidad tiene que hacer. En America Latina puso en el lugar de un desarrollo independiente, el sometimiento bajo la lógica del mercado mundial: desarrollo por dependencia.

Al imponerse el capital apoyado en la lógica del mercado mundial, se impusieron teorías que más bien interpretaban la dominación que se suele sintetizar con el nombre de neoliberalismo.  En nombre de la eficacia y la competitividad, ellas legitiman el sometimiento bajo la dependencia.



El capital ahora devora como un caníbal a los seres humanos, cualquier actividad humana tiene que ser transformada en una esfera de inversión del capital, el ser humano recibe la licencia para vivir y participar en cualquier sector de la sociedad, si paga al capital las cotizaciones correspondientes bajo la forma de interés.





La globalización actual se da en plena democracia y autonomía y se aprovecha de ello. Se acaba con poblaciones enteras teniendo las manos y la conciencia limpias, se apoderan de los recursos, sin tener que llevar una batalla visible, y sin parecer rapiña, se mantiene a los pueblos dominados sin que haya identificación del poder dominante, se habla del espacio nacional sabiendo que las fronteras existen solamente para la fuerza de trabajo o como cobertura, se sujeta  a las naciones con el pretexto de ayudarlas.



La situación exige la urgente supresión de las injusticias existentes, orientando el desarrollo económico al servicio del hombre.

Cada día reconocemos el aumento de los pobres en nuestros países y  la distancia que los separa de las naciones ricas y por otro lado la dependencia que estas padecen.

Esto lleva a pensar en hombres que sean artífices de la historia, “hombres nuevos y creadores de una nueva humanidad…” un mundo en el que todo hombre, sin excepción de raza, religión, de nacionalidad, pueda vivir una vida plenamente humana; libre de las servidumbres que le vienen de otros hombres.

El desarrollo no ha de verse simplemente desde la perspectiva económica, sino como un proceso social global que comprende aspectos económicos, sociales, políticos y culturales, lo que lleva a tener en cuenta los condicionamientos internos y externos de la evolución económica de un país.



Enfocar el desarrollo como un proceso social global compromete para algunos, dimensiones éticas, lo que supone una mayor atención a los valores humanos, de esta manera se vislumbra la construcción de un mundo más justo y más humano.



La situación de pobreza extrema, deshumanizada y generalizada de las grandes mayorías de America Latina se explica entonces por la aproximación indebida de una minoría privilegiada a gran parte de la riqueza en lugar de compartirla con los demás. A cada paso nos encontramos con los crueles contrastes entre lujo y pobreza, con salarios de hambre, desempleo mortalidad infantil… junto a la terrible concentración de la propiedad empresarial, rural y urbana. Están en vigor pues sistemas económicos antihumano, dependientes a favor de intereses de grupos minoritarios asociados a intereses del exterior.



La izquierda y la derecha en Centroamérica han venido a ser el espejo de las masas de gentes que exigiendo sus derechos una vida más humana y más conciente; no ha sido escuchada. Ambas tendencias posibilitan al individuo a ser participe de la toma de decisiones de la sociedad en la que se desenvuelve, es decir un medio para ser escuchadas. Sin embargo la infinita contienda histórica que se ha llevado a cabo en nuestros países entre estas tendencias ha venido también a convertirse en el yugo de las personas que han resultado vencidas en las contiendas, dando origen al oprimido de Paulo Freire[1], el cual es silenciado por el que tiene poder, no hay comunicación entre ambos bandos, entre ambas clases o grupos no existe comunicación alguna puesto que el que posee el poder, limita al oprimido; obstaculizar la comunicación equivale a transformar a los hombres en objetos.



Muchas veces los oprimidos en vez de buscar la liberación en la lucha y a través de ella, tiende a ser opresores también o sub-opresores. La estructura de su pensamiento se encuentra condicionada por la contradicción vivida en la situación concreta, existencial en que se forman. Si ideal es, realmente ser hombres pero para ellos, ser hombres en la contradicción en que siempre han estado y cuya superación no tienen clara, equivale a ser opresores.



La igualdad de los individuos humanos no es un ideal, ni siquiera una utopía, es una falsedad puesto que no hay dos hombres idénticos ni biológica, ni intelectual, ni moral, ni técnicamente. Sólo es factible la igualdad de oportunidades; pero este objetivo, que tiende a superar discriminaciones injustificadas y ocasionales, es un lugar común de los programas partidarios. La pretensión izquierdista de encarnar la demanda de igualdad de oportunidades es tan carente de fundamento objetivo como la de monopolizar el calificativo de "progresista", según la antigua retórica soviética. En una arenga o en un artículo partidista tales manipulaciones del lenguaje suelen ser consideradas como corruptelas tolerables; pero a nivel teórico no. La igualdad de oportunidades no la niega nadie. Otra cosa es la dificultad de imponerla a causa de la intrínseca historicidad del individuo humano y la imposibilidad de anular la temporalidad y espacialidad en que se encuentra todo lo materialmente concreto.

Por otro lado, la igualdad de oportunidades no se produce espontáneamente, ha de ser impuesta, y tal decisión requiere un poder, o sea, jerarquía. No sólo no hay contraposición efectiva entre libertad y jerarquía, sino que ésta es condición de aquélla. Y en el fondo aparece la inevitable auto apología. Unos valores son estimados como superiores a otros, y situarse en tal campo suele equivaler a elogio y crítica. El sometimiento a una jerarquía no es inicialmente grato, mientras que la afirmación de la igualdad entraña cierto narcisismo.





[1] P. Freire. “Pedagogía del oprimido”
   1988 pp. 35

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